A veces sueña con ella. En los brazos de Morfeo recuerda. Entre
sábanas recorre cada facción de su cara como si la estuviese dibujando en base
a unos sencillos esbozos que aun guarda en su memoria. Le encanta esa sensación
de felicidad, de las que llenan por dentro. Es una felicidad curiosa, llena de
desconcierto. Llena de inadecuada tranquilidad con la que enfrenta no entender
por qué está allí ni hasta cuándo. Tampoco entiende en qué lugar está pero
entiende con quién y en realidad no necesita responder ninguna otra pregunta.
En sus sueños no hay distancias y en un parpadeo se encuentra
kilómetros de su cama. Noche tras noche aparece en SU cama, la de ella, con
ella entre sus brazos. Tal vez un análisis freudiano aclararía los motivos de
por qué sueña en blanco y negro, de por qué a veces se ve desde fuera y a veces
desde dentro de sí mismo, por qué es capaz de volar y respirar bajo el agua;
pero sólo él sabe lo que siente por ella, sólo él sabe que el amor y la
distancia son los mejores ingredientes para un buen sueño y un triste despertar.