Náuseas. Falta de aire. Una garganta rota en el intento por controlar la riada de lágrimas que pretende inundar sus ojos. Se ha
vuelto a quedar sola. Abrazada a esas caricias que prometen y nunca cumplen.
Atrapada en esa oscuridad fingida… siempre pendiente de las luces de la ciudad.
Y otro día pasa y otro celuloide quemado destruye los
castillos que ella construyó sobre la brisa esa misma mañana. Con cada
despertar comienzan de nuevo las dudas, la incredulidad… Comienza la
elaboración de un nuevo cuento, un cuento con diferentes matices, finales
alternativos pero siempre los mismos personajes. Un cuento que ella cree hasta
que cada luna le da la bienvenida que un triste Buenas noches.