sábado, 26 de noviembre de 2011

Para no verte tanto , para no verte siempre

Ojalá que las hojas no te toquen el cuerpo cuando caigan
para que no las puedas convertir en cristal.
Ojalá que la lluvia deje de ser milagro que baja por tu cuerpo.
Ojalá que la luna pueda salir sin ti.
Ojalá que la tierra no te bese los pasos.

Ojalá se te acabe la mirada constante,
la palabra precisa, la sonrisa perfecta.
Ojalá pase algo que te borre de pronto:
una luz cegadora, un disparo de nieve
,
ojalá por lo menos que me lleve la muerte,
para no verte tanto, para no verte siempre
en todos los segundos, en todas las visiones:
ojalá que no pueda tocarte ni en canciones.


Ojalá que la aurora no dé gritos que caigan en mi espalda.
Ojalá que tu nombre se le olvide a esa voz.
Ojalá las paredes no retengan tu ruido de camino cansado.
Ojalá que el deseo se vaya tras de ti,
a tu viejo gobierno de difuntos y flores.



                                                                                                           Silvio Rodríguez






(Quería poner sólo una estrofa, pero cada palabra es precisa y reveladora. Hoy no puedo parar de escuchar esta canción.)

domingo, 20 de noviembre de 2011

El mañana me da miedo.

El mañana me da miedo. No, me da miedo lo que pueda pasar mañana. Me da casi tanto miedo como las casas sin libros. No confío en ellos como tampoco confío en la gente que no bebe por miedo a perder el control sobre cada mínimo detalle de su vida. Me inquietan tanto como la gente que sonríe demasiado o la que nunca sonríe. Me aterran las personas que no dudan, que nunca se equivocan y que están seguras de todo. Siento angustia como cuando no viene el autobús o las tallas están equivocadas. Más que nunca estar azul será estar triste, derrotado y engañado. Tengo miedo, tengo mucho miedo, el mismo miedo que el enfermo terminal que sabe cuándo va a terminar todo, el mismo pánico que el que sabe que siempre es posible empeorar. Me encuentro confusa cuando hay más gente en la calle por "la familia" que con camisetas verdes. Siento la impotencia del que no entiende al sexo opuesto y aun así lo ama, ¿qué tiene la gente en la cabeza cuando cierra el sobre antes de introducirlo en la urna?


Y a pesar de todo, intentaré ser optimista, al fin y al cabo es el acto más revolucionario hoy en día.

Y sí, mañana me despertaré con una alegre sonrisa y una actitud por estrenar (o al menos eso pretendo)

lunes, 14 de noviembre de 2011

Un grito, sólo un grito

Un grito, sólo un grito. Valdría con una palabra. Incluso un susurro. Un murmullo al oído. Así sabremos qué pasa. Sabremos que algo va mal, que necesitas una mano. Sabremos que un día quisiste dibujar un agujero y meterte dentro. Esconderte entre las flores y respirar. Mirar al cielo sin que ningún avión estropease las nubes. Sabremos que el agujero se hizo grande, que te perdiste dentro y que ahora no sabes salir. Que quieres salir. Que necesitas ayuda.
Durante esa parada en boxes: un chocolatito y unas pilas nuevas; podrás explicarnos qué pasó. Cuando te perdiste. Juntas encontraremos la solución a tanto problema irresoluble y volveremos a encenderte la sonrisa. Te darás cuenta de que tu agujero no es tal, que no estás sola entre tanto tela de araña y que tu casa está donde tú quieras ponerla. Te verás otra vez rodeada de abrazos, risas y bailes. De sueños por cumplir al otro lado de la pendiente y de muchas manos amigas dispuestas a acompañarte hasta el mirador, desde dónde los problemas se ven tan pequeños que apetece hasta volver  a bajar.
Sólo es eso un grito, una palabra, un susurro o un murmullo.



(Por esos amigos que siempre están ahí, estaremos ahí )

domingo, 6 de noviembre de 2011

Todos los demás

Tarde lluviosa…
Caminar tranquilo. Lento. Del que a mí me gusta, saboreando cada paso y cada zancada.
Gotas acariciando mis mejillas y deslizándose por mi cuello.
Nariz fría y ojos entrecerrados para evitar las gotas que cuelgan de mi flequillo.
El paraguas en el bolso, está bien ahí.
Voy puntual y pienso
Y lo veo todo claro:
Nada está ni estará nunca claro.
Recordare sus ojos y su sabor a tabaco y Gin tonic.
Recordaré su tacto y su abrazo entre las sábanas.
Tampoco podré olvidar aquel banco.
Su manera de mirar el reloj.
Sus caricias y su falsa modestia.
Aquella manera de bailar.
Miradas de admiración y desprecio.
Sus palabras, nuestro grito
su sonrisa y sus piropos.
Su giño de ojos, su mano a escondidas…
Su gesto inocente y nuestras competiciones
Su cara tras la ventanilla.
Recordare todos y cada uno de esos detalles
Y de algunos me enamorare.
Y entre tanta gente, lo vi todo claro.
Nada estará nunca claro.
Quién sabe si mañana…

(Muchas gracias por estar ahí, al otro lado de la pantalla, celebarando conmigo mi entrada número 100) :)