Cae la noche y el murmullo se da
la vuelta tranquilamente; todavía quiere disfrutar, un poco más, de ese sueño
profundo que lo atrapa. Otro murmullo, más pequeño y juguetón, se le acerca y
le hace cosquillas en las patas con la húmeda punta de su hocico; no sabe que
el dormilón todavía se recupera de una larga noche de confesiones y alcohol. El
resto de murmullos también parece ir despertando poco a poco con la llegada de
la tranquilidad y la oscuridad nocturnas.
Los murmullos son así,
noctámbulos, discretos y confiados. Aparecen, sobre todo, en las noches de luna
llena, cuando piensan ingenuamente que sólo ellos están despiertos. Los
murmullos son diminutos y regordetes, cubiertos de pelo suave y sedoso, se
encuentran protegidos, además, por un duro
caparazón oscuro que los hace capaces de pasar desapercibidos para todo aquel
que desconozca su existencia.
Estos pequeños seres acostumbran a huir de las zonas más abarrotadas y prefieren acurrucarse cómodamente en lugares cálidos y mullidos durante las horas más ruidosas del día. Sólo por la noche los murmullos se arman de valor para salir a cazar secretos, susurros y besos lanzados al aire. Son grandes expertos en camuflaje, sin embargo, algunas noches algunos paseantes de la zona admiten haber escuchado sonidos extraños, silbidos y voces. Ellos piensan que son espíritus, los más escépticos, que son jóvenes que encuentran entre el follaje el escondite perfecto y sólo los más soñadores pueden ver que aquel lejano sonido es, tal vez, un joven murmullo perdido.
(Inspirado en locas ideas de A y A)
"Voy a ser terriblemente cruel para que no pierda la tensión, tal vez la historia se me fue de las manos.
Voy a ser terriblemente fiel cuando se te pase la emoción, ya se, te puede parecer demasiado."