sábado, 1 de mayo de 2010

Aquella noche llegó casa con los zapatos de tacón en la mano, las medias rotas y el rímel corrido por las lágrimas. Tras varias intentonas logró atinar con la llave en la cerradura… todavía no se le había pasado la borrachera así que avanzó cautelosa por la cocina, que se balanceaba en su cabeza como un barco velero. Se sentía mareada y tenía nauseas, al entrar al baño a sintió unos agudos pinchazos en los pies descalzos; los restos de su corazón roto se le estaban clavando hasta hacerla sangrar.
-!Mierda! - tenía que recogerlos antes de que sus padres los vieran y empezaran a hacer preguntas… nunca le había gustado hablar de esos temas.
Cogió una escoba y fue arrastrando los fragmentos hasta hacer una montañita en una esquina; entonces, con el recogedor los colocó sobre un pañuelo e hizo un nudo para que no se perdiera ningún trozo.
Se sentó en el suelo y trató de recomponerlo, pero ni el celo, ni las grapas, ni ese famoso súper-pegamento que anunciaban en televisión pudieron hacer nada… cuando intentó coserlo lo único que consiguió fue revivir el sufrimiento del momento con cada puntada. Así que desesperanzada guardó todos los pedazos en una bolsa de basura. No sabía qué hacer. Pensó congelarlo pero nada más abrir la portezuela de la nevera, le dio un escalofrío y no se atrevió; no, ella no sería de esas personas con el corazón frío y sin sentimientos. Entonces salió a la calle y se plantó frente a los contenedores de basura.
-El verde – pensó. Al fin y al cabo era materia orgánica, aunque también con las lágrimas se quedaba arrugado y contrahecho como un cartón viejo…
- Al papel pues, al menos así lo reciclarán y alguien podrá aprovecharlo…
No lo tiraría con los plásticos, su corazón no era de esos con sentimientos sintéticos y plastificados, alguna vez había intentado enlatarlos en envases de Coca-Cola para que no molestaran, pero siempre conseguían escapar.
Estaba de puntillas a punto de arrojarlo al contenedor de papel cuando tuvo una última idea. Subió corriendo las escaleras y lo guardó en una caja de zapatos con agujeritos para que tuviera aire. En la caja metió también las cartas y postales que sus amigos le habían enviado a lo largo de los años, metió los besos y abrazos de sus padres, su pintalabios de la suerte, los piropos más bonitos que conocía escritos en un pañuelito de seda, sus tres libros favoritos y la mejor película de la historia junto con su Mp4. Estuvo alimentando a su corazón roto y enfermo con chocolate y sopitas durante al menos 19 días y 500 noches hasta que un día, de repente, el vacío que sentía en el pecho desapareció. Volvió a sentir el palpitar en las sienes al correr, volvió a escuchar los latidos acelerados cuando tenía un examen, volvió a notar un ligero rubor cuando leía en clase y lo mejor de todo; volvió a sincronizarse con otro corazón.







Y harto de buscarte siempre a oscuras
y de volverme en puro hielo
tiré toda mi vida a la basura,
y ni las ratas se la comieron.

Nadie me persigue pero yo acelero.
Llaman a mi puerta y yo ya a nadie espero.

Pero ¿Dónde están los besos que te debo?
En una cajita;
que nunca llevo el corazón encima
por si me lo quitan.

Y ¿Dónde están los besos que me debes?
en cualquier esquina,
cansados de vivir en tu boquita
siempre a la deriva.

Extremoduro

10 comentarios:

  1. ¿Tú eres consciente de la maravilla que has escrito?

    ResponderEliminar
  2. Esto que escribiste es totalmente perfecto..

    ResponderEliminar
  3. el tiempo lo cura todo sin apenas darnos cuenta... y si no lo cura, al menos anestesia el dolor :) hasta si hablamos de mal de amores

    ^^

    ResponderEliminar
  4. cuánta razón tiene este relato.
    Me gusta mucho como está escrito.
    Un beso enorme :)

    ResponderEliminar
  5. Aaah que hermoso, me sentí identificada además =)

    Besos =)

    ResponderEliminar
  6. No me queda otra que quitarme el sombrero
    Chapó! :)

    ResponderEliminar
  7. Tía, eres una CRACK!
    Aquí tienes a tu fan namber güan al teclado, totalmente recuperada, sin crisis existenciales, he enterrado días grises, sonrisas torcidas y lágrimas en el jardín, dentro de un agujero enorme (eran muchísimos!)para que no vuelvan a salir de a la superficie, nunca.
    Vengo con un cargamento de sonrisas increíble para sobrevivir al fatidico mes de mayo que se presenta co-jo-nu-do y con unas ganas de comerme el mundo que no me lo creo ni yo!
    Muaaaaaaaaaaaaaaaaks!

    ResponderEliminar
  8. El secreto está en las galletas, así es. Me aportan la energía necesaria para sonreír veintiocho horas al día.
    Me pasa exactamente lo mismo que a tí. Me he cansado de tanto gris, quiero colores, un arcoiris entero! Es como recibir un sms de madrugada, en medio de la oscuridad una pequeña lucecilla que te ciega, o como quitarse las rayban en pleno mes de agosto.
    Busquemos pues algo más allá del carpe diem, tenemos solo una vida, hay que aprovecharla, blablabla.. pero ¿cuantos suspiros caben en una vida, pequeña mía? muuuuuuuuuchos, muchísimos y yo, a partir de hoy voy a salir a cazar suspiros - el otro día enterré unos cuantos, y es mejor que no vuelvan a ver la luz - momentos que me dejen sin aliento, solo quiero que me tiemblen las piernas, criar mariposas en mi estómago, perder totalmente la cabeza, dejarme acariciar por el universo, bailar con los ojos, sonreír con los dedos de los piés, voy a dejarme llevar por los placeres de la vida. Dejarse llevar suena demasiado bien, no crees? :D

    ResponderEliminar
  9. Dos regalitos, pequeña!
    http://www.youtube.com/watch?v=jIw8KYv1_-k
    http://www.youtube.com/watch?v=jVhScFyq2Dk

    ResponderEliminar

Es mejor arrepentirse por lo que has dicho que por lo que no... :)