domingo, 18 de abril de 2010

Lluvia.

Era un día triste… las nubes de un deprimente color gris plomizo se vaciaban sobre los desgastados adoquines de la acera. Ella caminaba despacio con los ojos fijos en el oscuro horizonte. Un pequeño paraguas plegable se balanceaba en su mano; llovía mucho, pero no le importaba mojarse, quería mojarse. Grandes gotas resbalaban por sus mejillas y le recorrían todo el cuerpo. Llevaba un bonito vestido negro que, un vez mojado permitía adivinar sus delgadas formas casi infantiles. El pelo se le pegaba a la frente y le chorreaba en cascada por la espalda como si se encontrara bajo el grifo de una ducha fría. De las pestañas le colgaban pequeñas gotas que se mezclaban con sus lágrimas. No podía parar de llorar, cuanto más llovía más lloraba. Era un llanto silencioso sin gritos exagerados ni gemidos… sólo lágrimas. Sólo dolor que le dejaba aquel familiar sabor saldo en los labios, pero que le escocía como un ácido en el corazón.
Llevaba unas bailarinas grises que procuraba sumergir en todos los charcos en un intento desesperado de ahogar sus penas. La orquesta formada por millones de gotas chocando violentamente contra la ciudad dormida impedía escuchar cualquier sonido ajeno a aquel estallido tormentoso; por eso no lo oyó acercase por detrás y fue su roce lo que la sacó de aquella ensoñación lluviosa que la hipnotizaba.
-¿Has vuelto?- preguntó insegura. Ni siquiera se atrevió a parpadear temiendo que su presencia sólo fuese una alucinación y que si cerraba los ojos éste desapareciese otra vez.
-Sí, he vuelto- le susurró- no podía dejarte sola con esta tormenta.


Aquella noche en la ciudad llovía y había tráfico, gente, semáforos y ruido pero para ella solamente existía él, él y su maleta vacía, que había vuelto a su sitio habitual en el armario.



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“Hay una buena cantidad de nada en la vida y hay que saber dejarla atrás”.

Carmen Laforet, escritora española

4 comentarios:

  1. Este viernes ha sido como un chute de alegría. Sí que es verdad que aunque Luis Ramiro me haya dejado KO ahora estoy más positiva.
    Tú eres tan... GENIAL!

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  2. Sera que cuando lloramos hacemos complice a la lluvia que no es sino llanto del cielo.
    Me ha encantado.

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  3. al teclado se encuentra la persona que más tiempo permanece empapada al día, te lo prometo, llego la mayoría de los días a casa calada hasta los huesos, sino me ha pillado la tormenta del año y sin paraguas, me sentía feliz y me he dado un baño en la fuente del ayuntamiento :)
    hace un par de años me encantaba llorar bajo la lluvia, muy emo yo, sabes, me sentía consolada, pero con el paso de los días, y de las ostias, te das cuenta que la vida no es esperar a que pase la tormenta, es aprender a bailar bajo la lluvia; por eso cada vez que llueve, salgo a la calle a cantar (i'm singing in the rain, o it's raining men, depende del humor que tenga-) a demostrarme a mí misma una vez más que hay que vivir la vida.

    el texto increíble, genial, me gussssta, sí señora además que la música en tu blog está increíblemente bien escogida, la vie en rose, l'valse de amelie, muy melancólico todo, como anillo al dedo :)
    un besito!

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  4. últimamente alegro muchos días por aquí y yo más feliz que un regaliz, sabes?
    lo creas o no, dentro de mi gran desorden, hay un cierto o relativo orden, calma, llamémoslo équis!


    :)

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Es mejor arrepentirse por lo que has dicho que por lo que no... :)