jueves, 25 de marzo de 2010

Tormentas nocturnas

Cada noche la misma rutina. Le encantaba quitarse los calcetines despacio. Los desenrollaba con el otro pie, del talón hasta la punta de los dedos, y los catapultaba haciéndolos rebotar en la puerta de su armario, todo sin usar las manos. Después movía los dedos recién liberados como una niña pequeña, le gustaba comprobar que seguían ahí, en forma. Luego, con el pijama ya puesto, se metía entre las suaves sábanas y recordaba su infancia, hacía veinte años que utilizaba las mismas sábanas de corazoncitos y arcoíris de colores.
Una vez dentro cerraba los ojos y metía una mano bajo la almohada con delicadeza. Entonces su imaginación comenzaba a volar y notaba como una brisa templaba su cuello y revolvía sus cabellos mientras un regusto salado se iba adueñando de su boca. La espuma de su colchón se endurecía hasta transformarse un una pequeña balsa fijada con gruesas cuerdas y el vaso de su mesilla de noche comenzaba a desbordarse. El agua goteaba en la alfombra y terminaba por inundar toda la habitación. Del mismo vaso salían también nubes y peces y en pocos segundos Clara se encontraba en medio de una tempestad marina. Ella no tenía miedo, su cuerpo, salpicado por el fuerte oleaje descansaba sobre los maderos que componían la balsa y que chirriaban con cada nueva envestida de la marea. Se levantaba y miraba al oscuro horizonte, estaba tranquila. Un roce conocido la hacía girarse, y se encontraba con la mirada ardiente de… de él, de su capitán. Se acercaban seguros, se besaban, se tumbaban y se enrollaban entre las sábanas. Entonces el agua, la tormenta, y la balsa desaparecían y quedaban sólos ellos, sus viejas sábanas de corazones y sus ganas de navegar.

-¿Sabes una cosa?
-Dime Clara - sonreía mientras le acariciaba el pelo desordenado.
-Sabes a mar, a aventura y a mar.




Navegar sin temor
en el mar es lo mejor,
no hay razón de ponerse a temblar.
Y si viene negra tempestad
reír y ramar y cantar.

1 comentario:

  1. ¿A quién no le gusta imaginar?

    ¡Todos soñamos!

    Genial entrada, me gusta mucho cómo describes

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Es mejor arrepentirse por lo que has dicho que por lo que no... :)