Lo que más me gustaba de ella era cuando se le incendiaban los ojos. Solía ser una chica segura, independiente, risueña, inteligente... era perfecta. Pero lo que más me atraía de ella era precisamente su capacidad para deshacerse de esa máscara de perfección. Se rompía y se incendiaba bajo el tacto de mis manos.
Sus ojos, más rasgados de lo normal, y su boca entreabierta conseguían hechizarme. Lo mejor de todo era que sólo yo sabía prender su mecha y rasgar la máscara...
O al menos eso pensaba.
Cómo me gustan los ojos incendiados...Esa fiebre única.
ResponderEliminarincendios de nieve y calor?
ResponderEliminarguau
ResponderEliminarCometemos el error en el momento en el que noslo creemos.
ResponderEliminarUn beso
creo que las máscaras no están hechas para destaparlas, si no para entenderlas o, en todo caso, ingnorarlas. Aunque por otra parte, una máscara puede significar unión, aunque bajo otros aspectos de la que describe tu pequeño relato
ResponderEliminarsaludos
Me encanta la duda plantada del final.
ResponderEliminarUn abrazo,
Alejo Z.