lunes, 8 de marzo de 2010

Piipiipii piipiipii; apagó el despertador de un brusco manotazo, las ocho de la mañana. Se levantó, despertó a los niños, les preparó el desayuno, los vistió, los llevó al colegio, volvió a casa y comenzó con sus tareas. Barrer y fregar el suelo, limpiar los váteres, abrillantar las puertas, quitar el polvo, fregar los restos del desayuno, hacer las camas, limpiar los cristales y las ventanas, poner la lavadora, tender, planchar y recoger los juguetes… Después bajó a hacer la compra. Una vez en su casa se sentó en el sofá y comenzó a leer el periódico tranquilamente. Apenas diez minutos más tarde oyó el sonido de la puerta y sorprendida miró su reloj, las dos menos cuarto.
-¡Mierda!
Ni siquiera había puesto a cocer las judías, cerró el periódico y corrió hacia la cocina.
-Buenos días cariño.
-Hola cielo, ¿qué tal el día?
-Mejor no preguntes, estoy muerto, ¿qué hay para comer?
-Judías verdes con patatas y…
-¿Judías? Sabes que las odio, me paso todo el día trabajando como un animal para que tu y los niños podáis vivir como unos reyes y tu, que te pasas el día vagueando ¿no eres de capaz ni de esperarme con un buen plato de pasta?
Lo miró ofendiday con los ojos anegados en lágrimas se dio la vuelta y se encerró en su habitación dando un portazo. Se había pasado; ese día se había pasado de la raya. Hacía ya 10 años que estaban casados. Al principio todo era maravilloso, el estudiaba Derecho y ella Magisterio, le encantaba. Después de tres años de novios se casaron, y un año después ella se quedó embarazada, al mismo tiempo él consiguió un magnifico puesto de trabajo en otra ciudad...
-Será maravilloso, ya lo verás, compraremos una casa nueva, tendremos dinero para vivir sin problemas, tú no tendrás que trabajar y podrás cuidar de los niños.
Ella, tonta de ella, se alegró, su madre, trabajaba en el campo y ella se había criado prácticamente con su abuela, que demasiado mayor y débil no había sido capaz de darle todas las atenciones que ella necesitaba, no quería eso para sus hijos.
Hacía ya varios meses que lo sabía, ya no podía engañarse más, ya no amaba a su marido, algo se había roto entre ellos. El problema era que no sabía qué hacer, cuando se casó perdió el contacto con la mayoría de sus amistades, además no llegó a hacer oposiciones, por lo que no podría obtener un puesto de profesora de primaria tal y como siempre había soñado. Si se separaban, todo serían problemas, no quería dejar a sus hijos sin un padre, pero él no podía encargarse de ellos… Ni siquiera sabía planchar una camisa o hacer una tortilla, eso nunca le había hecho falta, para eso estaba ella. Si ella se quedaba con los niños, ¿qué iba a hacer? No tenía trabajo, ni dinero…
Era todo tan complicado, volvió a arrepentirse de haber aceptado dejar de estudiar. Llevaba nueve años dedicándose a su casa y a ella; siempre iba bien vestida y maquillada, se compraba joyas y ropa… realmente nunca le había importado demasiado su aspecto físico, pero era la única manera de que tenía de sentirse un poco valorada. Las madres de otros niños del colegio llegaban tarde a buscar a sus hijos, o incluso iban sus padre a por ellos, jamás se habría ocurrido que él que fuera a buscarlos… no tenía tiempo para esas cosas. Esas otras mujeres trabajaban, tenían éxito, ganaban dinero, hacían lo que les gustaba, o aunque no siempre fuera así, al menos lo hacían ellas, no dependían de nadie. Suspiró, hacía años que nadie le decía, buen trabajo Carmen, has trabajado duro y lo has conseguido. Ahora le decían: bonitas cortinas Carmen, que buena te ha salido la ternera, que bien te queda ese pintalabios… volvió a arrepentirse pero decidió que volvería a estudiar, aun conservaba algunos amigos que podrían ayudarla a salir del bache. Se levantó, abrió la puerta y salió.
-Tenemos que hablar- le dijo a su marido, que ya estaba instalado en el sofá con una cerveza en la mano.

Este no es un caso extremo, no hay violencia física ni emocional, al menos no de forma intencionada y aun así esta mujer vive en un estado de dependencia y subordinación a su marido. No es un caso raro, situaciones como esta se dan en más de la mitad de los hogares de este país, si éste, no un país subdesarrollado en el culo del mundo. Este país tan avanzado para unas cosas y tan atrás para otras. Si nos lo proponemos podemos cambiarlo, podemos terminar la lucha que muchas mujeres comenzaron antes que nosotras y conseguir que algo cambie. Que a nuestras hijas y nietas no las miren mal por querer jugar a fútbol y odiar cocinar o que a nuestros hijos y nietos no les digan nada cuando se pongan a llorar con una película o a jugar con muñecas. Todas juntas podemos hacerlo, por las mujeres del pasado y por las del futuro, pero sobretodo por NOSOTRAS.

¡Feliz día de la mujer trabajadora!




Me gustan los hombres lo bastante fuertes
para mostrar su fragilidad.

Isabelle Alonso

3 comentarios:

  1. Tu entrada es increíble. Y sí, es triste, pero tenemos que luchar para que nuestro futuro no se indetifique con Carmen. Para poder llegar a realizar nuestros sueños y los de ellas, que se quedaron pegados en los posos de los vasos mal fregados.
    Feliz día de la mujer trabajadora:)

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  2. Te iba a decir que no siempre es tan catastrófico... pero de hecho hay muchas veces que es peor que eso.

    Feliz día tuyo !

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  3. Menos mal que Carmen fue capaz de pararlo a tiempo. Yo no me escondo, grito que soy feminista y no me faltan ganas de luchar.
    Porque ser feminista es simplemente pensar que todavía nos queda mucho que hacer, mucha igualdad por conseguir.
    Felicidades

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Es mejor arrepentirse por lo que has dicho que por lo que no... :)